viernes, 21 de agosto de 2009


Cualquiera que haya dicho alguna vez “estoy confundido” a una pareja sabe que la frase es una completa paradoja. Nunca se está menos confundido que cuando se dice estarlo. El sólo pronunciar estas palabras le pone fecha de vencimiento a la relación. Es cuando se comprende que nada volverá a ser igual, que todo acabó, y muy probablemente se huela la presencia de una tercera (o tercero) en discordia.
No se tome como regla, pero, dadas mis investigaciones empíricas, las mujeres suelen separarse sin otro en el medio; mientras que en los hombres es más frecuente que cuando cambian el modelo, ya tengan un 0 km comprado en la concesionaria.
Más allá de que exista un repuesto pululando o no detrás de una puerta, realmente es difícil tomar la decisión de separarse. Hace un tiempo leí un reportaje que le hacía Roberto Pettinato a Maitena donde ella opinaba que una mujer tarda aproximadamente un año y medio para separarse luego de haberse dado cuenta de que éso era lo que quería hacer.
Por eso el "estoy confundido", la mayoría de las veces que es pronunciado, oficia de antesala de una ruptura. La concebida frasecita nunca viene sola a la fiesta, por lo general trae como acompañante un “tomémonos un tiempo”. Siempre tomarme un tiempo me pareció pelotudo, inmaduro y por sobre todo: cobarde.
Ese lapso en realidad es como un sedante, como aplicar un goteo de Rivotril al sentimiento. Esperar que el dolorangustiadesasosiego se diluya en los días que dure la separación con la secreta esperanza de que el golpe duela menos.
Es un período donde se dilata el momento de decir “no quiero estar más con vos”, que debió reemplazar al “estoy confundido”, y que si bien puede sonar a un disparo directo al corazón, siempre se agradece una muerte rápida y no una larga agonía.
Más allá de la paradoja, el concepto de confusión pasa por otro lugar. La frase mencionada encierra en sí misma una verdad. Porque la confusión está, existe, late, corroe, atormenta y aleja, y por lo general se da con personas que consideramos buenas.
La confusión no está en esa decisión interna e íntima de que la relación no va más, sino en el terrible cuestionamiento que nos inquieta hasta dejarnos pataleando en el desconcierto: ¿no nos estaremos equivocando al dejarlo? Y si con el tiempo nos damos cuenta de lo maravillosos que son, y tal vez cuando quérramos volver, perdiste alpiste no nos den más bola, o tal vez esten felices y contentos con otra u otro.
Qué difícil es salir de la confusión, qué difícil es no saber si se ama, si se quiere o se tiene mucho afecto, y como se tiene tanto afecto no se quiere lastimar al otro, y como no se quiere lastimar al otro no se le dice que uno no sabe si lo ama, lo quiere o le tiene afecto, mucho. Es un trabalenguas sentimental. La mayoría de las veces este trabalenguas tiene una elipsis en el "no me pasa nada, son ideas tuyas".
Qué difícil es tratar de viajar al futuro para ver las consecuencias de nuestros actos, qué difícil es descubrir y aceptar que cuando el amor muere no hay vuelta atrás, aunque el otro sea un remanso de bondad.
La verdad, estoy confundida.

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